
Por: Juan José TOMÁS.
En los primeros meses de la administración de Erasmo González Robledo en Ciudad Madero, el panorama no pinta bien dentro del propio ayuntamiento.
Las decisiones tomadas por quienes deberían ser sus aliados más cercanos comienzan a convertirse en un lastre para la imagen del alcalde, quien ahora enfrenta descontento entre empleados, dudas sobre sus directores y molestia ciudadana.
El primer golpe ha venido de la unificación del tabulador de salarios y compensaciones, implementada por el tesorero Teodoro Cantú Cantú y facilitada por el secretario del Ayuntamiento, Héctor Marín Rodríguez.
Esta medida, que busca equiparar los sueldos de directores con los de trabajadores operativos, ha generado un descontento generalizado.
No es difícil entender por qué: algunos directores han visto reducidos sus ingresos a niveles tan bajos que las bromas amargas no se han hecho esperar.
“Con la pobreza franciscana, ni para un chicle en la esquina alcanza”, comentan empleados frustrados.
El problema no se detiene ahí. Lorenzo Martínez Rubio, director de Comunicación Social, parece haber encontrado la manera de sumar más tensión al ambiente. Su medio, Prensa Hoy, ya está publicando boletines oficiales del ayuntamiento, lo que levanta serias preguntas sobre un posible doble beneficio. ¿Pretende cobrar doble, como funcionario y como proveedor?
La percepción de favoritismo y conflicto de intereses no solo afecta la confianza interna, sino que amenaza con empañar la gestión del alcalde, quien hasta ahora ha hecho caso omiso de este detalle.
Finalmente, la situación de los comerciantes desalojados por Tránsito Municipal se suma a la lista de problemas sin resolver. A pesar de las promesas de reubicación hechas en su momento, las respuestas no han llegado. Los despojados siguen esperando soluciones, mientras que los responsables de estas acciones parecen más interesados en justificar sus decisiones que en atender las necesidades de la ciudadanía.
Es claro que la administración de Erasmo González enfrenta no solo las críticas externas, sino también un fuego interno que podría complicar aún más su gestión. Los movimientos de su equipo cercano están generando problemas serios que, de no atenderse a tiempo, podrían dañar irreversiblemente su imagen.
Quizá sea momento de que el alcalde observe con detenimiento quiénes, dentro de su propio círculo, están actuando más como adversarios que como aliados.