
Por: David CASTELLANOS.
TAMPICO, TAM.- Un nuevo caso de negligencia y caos sanitario ha salido a la luz en el Hospital Regional de Zona Número 6 del #IMSS en el sur de #Tamaulipas, donde la joven Estíbaliz, quien cuidaba a su hermana hospitalizada, ha sido víctima de un alarmante y enigmático padecimiento que, hasta la fecha, sigue sin ser diagnosticado por el personal médico del nosocomio.
UNA ESTANCIA QUE SE CONVIRTIÓ EN #pesadilla
Estíbaliz se encontraba al cuidado de su hermana Frida Amelia Soledad, ingresada tras un accidente en motocicleta, cuando una simple picadura la arrastró a un abismo de sufrimiento e incertidumbre. La joven sintió la picadura el viernes 28 de marzo al amanecer y, a partir de ese momento, su salud se deterioró rápidamente. Sin atención inmediata por parte del personal del hospital, tuvo que esperar hasta las 16:00 horas para ser relevada y retirarse a su hogar en Altamira. Para entonces, su temperatura ya había alcanzado los 39.7 grados.
Tras un periplo desesperante entre la clínica del DIF Municipal Altamira y la clínica del Servicios de Salud IMSS Bienestar -Altamira «La Morita», donde su situación se agravó drásticamente con signos vitales en 50/60, finalmente fue trasladada de urgencia al mismo hospital donde se encontraba su hermana. La negligencia, sin embargo, estaba lejos de terminar.
LA INDIFERENCIA DEL IMSS: UNA SENTENCIA A #muerte
Lo que siguieron fueron días de total abandono médico. Estíbaliz desarrolló extrañas manchas negras en todo su cuerpo, sus dedos comenzaron a necrosarse y su estado general se deterioró a pasos agigantados mientras los doctores del IMSS observaban con asombro y sin acción. Sin diagnóstico, sin medicación adecuada, sin respuestas.
Recién hasta el domingo 30 de marzo por la tarde, casi tres días después de su primer contacto con los médicos, se le suministró el primer antibótico y un «anticoagulante». Pero ya era demasiado tarde: su cuerpo estaba completamente «descompuesto», su piel cubierta de manchas negruzcas y su dolor era inhumano.
El lunes 31 de marzo, el hospital decidió aislarla en el piso 4, cama 4-A3, como si fuera una carga en lugar de una paciente que necesitaba atención urgente. Sin información, sin diagnóstico, sin explicaciones a la familia, que desesperadamente buscaba respuestas.
UNA BOMBA DE TIEMPO IGNORADA
La indiferencia del personal del IMSS escaló hasta el absurdo. Pese a la gravedad de la situación, la joven fue trasladada al piso 5, cama 557, lejos del resto de los pacientes y, al parecer, también lejos del interés de los médicos y enfermeras.
La madrugada del martes, su situación se agravó: sus extremidades completamente moradas, hinchadas y con un dolor insoportable, mientras las enfermeras y el equipo médico simplemente la ignoraban. Su familia, ya al borde de la desesperación, optó por contratar a un internista privado que, tras un esfuerzo monumental, logró entrar y examinarla. Fue hasta entonces que la dirección del hospital permitió el acceso del especialista externo.
Para el miércoles 2 de abril, Estíbaliz seguía sin recibir un diagnóstico claro, los especialistas del IMSS mantenían el caso en el oscurantismo médico y la joven permanecía aislada, sin atención y con acceso restringido a su familia.
EL IMSS EN CRISIS: UNA ADMINISTRACIÓN QUE DEBE RENDIR CUENTAS
La situación de Estíbaliz es solo la punta del iceberg de una crisis sanitaria en el IMSS de Tampico. La directora del hospital, la Dra. Karina Silva Vera, debe responder por el horror vivido por esta joven y su familia. La negligencia es criminal. No es posible que una paciente con un cuadro tan grave haya sido dejada a la deriva sin atención ni tratamiento oportuno.
El hermetismo, la ineficiencia y la negligencia del IMSS han convertido un simple piquete en una situación de vida o muerte. ¿Cuántos casos más han sido silenciados? ¿Cuántas muertes han sido encubiertas por la inoperancia del sistema de salud público?
El caso de Estíbaliz exige justicia, exige respuestas, exige un cambio inmediato en la administración de un hospital que ha demostrado ser una trampa mortal para sus pacientes.
La sociedad tamaulipeca debe alzar la voz antes de que otra persona sea víctima del letargo y la inhumanidad del IMSS.
Esto no es un hospital, es una sentencia de muerte.