
*** Ni rezos ni amparos para los demonios del fentanilo
Por: Edy Pintor.
Ni rezos ni amparos para los demonios del fentanilo
En el tablero binacional, las cartas ya no se reparten entre iguales. Se imponen las reglas de quien maneja la mesa.
La detención de Hernán “N” –capturado fuera de nuestras costas y hoy procesado con premura— no es un incidente aislado; es un acto dentro de una coreografía mayor. La prensa informa su aprehensión y las gestiones de extradición en cadena.
Que México haya acelerado (y en otras ocasiones entregado) a piezas clave del narco hacia tribunales estadounidenses —operación que el gobierno ha presentado como asunto de seguridad nacional— demuestra que las decisiones de peso en materia de justicia ya se discuten en oficinas y pasillos más allá del Río Bravo
¿Quién mueve los hilos?
Hay quienes vieron desde el primer momento en las extradiciones una presión coordinada desde Washington y no es una conspiración de sobremesa: es la consecuencia lógica de una política exterior que exige resultados, hace llamadas y marca tiempos.
En México se aprobó el puente judicial con prisa; en Washington se recibe el archivo con paciencia.
No nos engañemos: ni el amparo nacional, ni los vericuetos legales, ni siquiera las trampas y argucias que “la ambigua” pueda fabricar con la venia de su nueva Suprema Corte —ese traje a la medida que los López imaginan— alcanzarán para frenar lo que se define y se dicta en tribunales federales estadounidenses y lo que en la prensa se presenta como “cooperación” es, a veces, la aceptación de que la agenda la marcan otros.
Y aquí la verdad más cruda: ni los rezos abren las puertas de hierro de una corte federal, cuando la acusación viene del norte y la evidencia cruza fronteras, no sirve de nada el amparo teatral; no hay atajos para quien aparece en los expedientes que Washington persigue con obsesión. Lo que para unos son recursos legales, para otros son pasaportes hacia una celda federal donde no llegan los padrinos ni los favores.
El país debería preguntarse: ¿hasta cuándo permitiremos que la narrativa de nuestra soberanía sea más retórica que realidad? Porque mientras milagros procesales se dibujan en oficinas, la justicia internacional avanza con pruebas, órdenes y acuerdos.
Los nombres, los expedientes y las rutas del dinero no se tapan con slogans ni se desvían con cortinas de humo y cajas chinas.
Sin piedad: la mesa ya tiene dueño parcial. Quien crea que un amparo impreso en papel membretado detendrá una orden federal se engaña.
Que Dios los perdone, porque en la frontera donde manda la evidencia, ni los rezos, ni los amparos, ni los jueguitos políticos salvan a los señalados….
…menos aún, a los demonios del fentanilo.
Que NO, les sea leve…
