*** Se rompe la alianza: Sheinbaum deja sola a Rocío Nahle en Veracruz
Por: José Juan TOMAS.
En política, las rupturas no siempre se anuncian con discursos: a veces, se ejecutan con silencios y con órdenes firmadas desde la oficina presidencial. Eso parece haber ocurrido en Veracruz, donde la Federación decidió tomar el control total de la reconstrucción en Poza Rica y Álamo, dejando fuera al gobierno estatal de Rocío Nahle.
El mensaje es claro: Sheinbaum ya no confía en la estructura local para manejar la emergencia. Los abucheos a Nahle durante la última visita presidencial fueron, dicen, la gota que derramó el vaso. Desde el lunes, los empleados estatales comenzaron a retirarse discretamente de las zonas siniestradas, mientras las dependencias federales —Rosa Icela, Harfuch, SEMAR, SEDENA, Bienestar y hasta Marcelo Ebrard— asumieron el control operativo.
Lo que ocurre en el norte de Veracruz es más que una simple sustitución administrativa: es una intervención política disfrazada de auxilio federal. Nahle, convertida en símbolo del poder local y rostro del obradorismo en el estado, ha perdido su margen de maniobra justo cuando más lo necesita. Y aunque la gobernadora defiende públicamente a su equipo -incluida Lupe Osorno, de Protección Civil-, la fractura con la Federación es inocultable.
Su discurso encendido -“A Veracruz se le respeta”- suena más a berrinche que a liderazgo. Mientras tanto, la realidad la desmiente: la Federación ya le arrebató el control del desastre.
Como si fuera poco, el escándalo del estadio Beto Ávila, prestado a la iglesia La Luz del Mundo en plena contingencia, vino a exhibir la desconexión total del gobierno estatal con el ánimo ciudadano. Mientras miles de familias siguen damnificadas, el inmueble estatal fue sede de un evento masivo de un grupo religioso acusado de abusos en Estados Unidos.
El contraste fue brutal: los damnificados pidiendo agua y techo, mientras el gobierno abría estadios para ceremonias religiosas.
Hoy, Sheinbaum sonríe para la foto al lado de Nahle, pero en los hechos la ha dejado sola. En política, el aislamiento es la antesala del olvido.
Y Veracruz, una vez más, se convierte en campo de batalla entre el centro y el estado.
Cuando la lealtad se impone al talento, los gobiernos se derrumban solos.

