*** ¿De verdad COMAPA Altamira está cumpliendo con la población?…
Por: Alberto Dávila.
En Altamira ya no hace falta buscar hoyancos: los hoyancos nos encuentran a nosotros. Brotan como si fueran parte del ecosistema natural de la ciudad, acompañados (por supuesto) de las infaltables fugas de agua, esas que ya no sorprenden a nadie porque se cuentan por decenas y se reproducen más rápido que los comunicados oficiales diciendo que “ya se está atendiendo”.
La pregunta obligada es: ¿COMAPA Altamira realmente está cumpliendo con la población?
Porque si su misión fuera romper calles, dejarlas abiertas por semanas y luego decorarlas con cintas de advertencia flácidas… entonces sí, habría que reconocerles un éxito rotundo.
Pero como se supone que deben suministrar agua, reparar fugas y dejar en buen estado el pavimento después de intervenir, pues ahí es donde comienza la magia: la magia del incumplimiento, del “ahí luego”, del “ya casi”, del “mañana empezamos”.
Y mientras la ciudad parece un catálogo de zanjas y fugas activas, el “destacado tamaulipeco” alcalde Armando Martínez parece practicar una suerte de deporte extremo: desentenderse de COMAPA a niveles olímpicos.
Es como si la paramunicipal fuera una isla desconocida, un ente ajeno, un monstruo mitológico con el que él no tiene nada que ver… aunque esté afectando directamente a miles de ciudadanos todos los días.
Pero, claro, cuando toca inaugurar algo, anunciar avances o tomarse fotos, ahí sí no hay distancia, ahí sí no hay indiferencia. La desconexión solo aparece cuando se trata de responder por el desastre que COMAPA Altamira deja regado (literalmente) por la ciudad.
Las fugas corren, los hoyancos crecen, las calles se hunden y la paciencia de los altamirenses se evapora.
La pregunta no es si COMAPA Altamira está cumpliendo: la pregunta real es cuánto más puede incumplir antes de que el municipio deje de fingir que no ve lo que todo el mundo ve.
Porque Altamira no merece ser un laberinto de zanjas mal señalizadas ni un museo permanente de fugas activas.
Merece agua, servicio, atención… y sí, también merece un alcalde que se acuerde que COMAPA no es un vecino incómodo, sino una responsabilidad de su administración.
Pero mientras eso no ocurra, seguiremos preguntándonos (con la misma ironía que nos queda como defensa):
¿COMAPA Altamira está cumpliendo?
Si la idea era hundir las calles… entonces claro que sí.

