*** El ranking no miente… la calle tampoco
Por: J. Guadalupe Díaz Hernández.
CIUDAD VICTORIA, TAM.- En política hay lugares que se presumen… y lugares que se esconden.
AMÉRICO VILLARREAL ANAYA acaba de obtener uno de estos últimos.
El TOP 3 de los peores gobernadores evaluados del país, según la medición nacional más seria y más temida por los políticos:
el Ranking Mitofsky de junio 2025.
No hablamos de encuestas de WhatsApp.
No hablamos de mediciones a modo.
Hablamos del termómetro que usan los propios gobernadores para saber cuánto los soporta su gente.
Y en ese termómetro, Tamaulipas le da a Américo un 42.5% de aprobación.
Un número que, para muchos estados, sería una alarma.
En Tamaulipas, es la confirmación de algo que ya se percibía en las calles desde hace meses:
Un gobierno que no convence, que no aprieta, que no dirige… y que empieza a perder la paciencia de su propio pueblo.
* LA CAÍDA NO ES DE AHORA
El desplome no es sorpresa.
Tamaulipas lleva semanas acumulando señales:
– Servicios de salud colapsados.
– Escándalos quirúrgicos que parecen de ficción.
– Un DIF que manda despensas donde no hay desayunador.
– Carreteras tomadas por hartazgo campesino.
– Un clima de inseguridad que vuelve a respirar por huecos que el gobierno insiste en negar.
– Escuelas sin directores, sin maestros y sin voz.
– Y una Fiscalía que se “elige” como si fuera herencia familiar.
Esto no es percepción.
Es realidad acumulada.
Y los números simplemente lo metieron en papel.
* EL PROBLEMA ES EL ENFOQUE
Mientras Tamaulipas exige rumbo, el gobierno estatal exige aplausos.
Mientras los hospitales gritan urgencias, el discurso oficial manda felicitaciones.
Mientras los campesinos bloquean carreteras por abandono, se promueven informes llenos de adjetivos y sin cifras reales.
El divorcio entre el Palacio y la calle está completo.
* EL DISCURSO YA NO CONVENCE NI A LOS SUYOS
La señal más clara del derrumbe político no es el 42.5%.
Es el silencio dentro de Morena.
Los alcaldes ya no lo defienden.
Los diputados ya no lo sostienen.
Los funcionarios ya no arriesgan el pellejo por él.
Y los operadores políticos —esos que viven de leer el clima social— ya entendieron el mensaje:
AMÉRICO está perdiendo peso… y con él, pierde peso cualquier proyecto que se le cuelgue.
* ¿POR QUÉ EL DESENCANTO?
Porque Américo vendió serenidad.
Y entregó apatía.
Vendió experiencia clínica.
Y entregó burocracia sin pulso.
Vendió reconciliación.
Y entregó parálisis.
Tamaulipas no exige milagros.
Exige presencia.
Exige firmeza.
Exige decisiones.
Pero este gobierno ha preferido:
– La conferencia al diagnóstico.
– La narrativa al resultado.
– La foto al trabajo.
– El padrón al proyecto.
Y la gente lo nota.
Siempre lo nota.
* TAMAULIPAS NO ES UN ESTADO FÁCIL
Pero tampoco es un estado ciego.
Los tamaulipecos saben reconocer avances.
Pero también saben señalar abandonos.
Y hoy, el 42.5% no es solo desaprobación.
Es advertencia.
Es el límite antes del hartazgo.
Es el recordatorio de que la paciencia ciudadana siempre acaba cobrándose —un día sí y otro también— a quienes creen que gobernar es administrar silencios.
* LA PREGUNTA QUE YA SUENA EN TODOS LADOS
Si el gobernador presume “estabilidad”,
¿por qué la gente no la siente?
Si presume “progreso”,
¿por qué los números lo desmienten?
Si presume “resultados”,
¿por qué está entre los peores evaluados del país?
Porque una cosa es lo que escribe el gobierno.
Y otra, la que vive el ciudadano.
* EL DATO QUE QUEMA
Américo no está compitiendo por ser el mejor gobernador.
Ya ni siquiera compite por la mitad de aprobación.
Hoy compite por algo más básico:
No convertirse en uno de los peores de toda la historia reciente del estado.
Y esa competencia, lamentablemente, la está perdiendo.

