Por Salvador Echeagaray, académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG)
Hablar o escribir sobre los hábitos, es hoy en dĂa, una moda. Incluso, uno de los libros más vendidos, desde más de una dĂ©cada, es el de los 7 hábitos de la gente altamente eficiente. Y podemos nombrar varias obras del mismo tema, que han sido y son exitosas.
Pero, ÂżquĂ© son los hábitos que interesan tanto o, por quĂ© nos deberĂan de interesar? Los hábitos son las costumbres que tenemos.
Esas costumbres nos definen, nos hacen ver quienes somos realmente, nosotros. Entre más hábitos buenos tengamos, somos mejores hijos, padres, amigos, etc. DifĂcilmente, si tenemos buenos hábitos, tendrĂamos costumbres malas, como ser un ladrĂłn, un corrupto, un sicario.
Un delincuente viene arrastrando muchos hábitos malos. Sin embargo, un bienhechor social o un santo traen en su haber muchos hábitos buenos.
Cabe recordar que a los hábitos buenos les llamamos también, valores. Lo ideal es nombrarlos como tradicionalmente se les conoce como virtudes. Pero ¿cuáles son esos buenos hábitos o virtudes que podemos adquirir o, si ya los tenemos, es conveniente seguir practicando?
Esas virtudes son todas las costumbres buenas. Si tengo el hábito de tratar bien a los demás, tengo el hábito de la amabilidad. Si saludo y pido las cosas por favor y agradezco las mismas, tengo el hábito de los buenos modales. Si mantengo ordenado y limpio mi cuarto, mi casa, mi oficina, tengo el hábito del orden y la limpieza.
Si soy honesto, honrado, sincero, tengo unas virtudes muy importantes. Éstas, hoy en dĂa, son muy difĂciles de conservar. Es muy fácil decir “yo soy muy honesto”, pero, cabe preguntarnos Âżsoy verdaderamente honesto? ÂżNo tomo lo que es mĂo? ÂżPredico con el ejemplo o solo de palabra?
Respecto a otros muchos buenos hábitos, está la responsabilidad. ¿Doy cuenta de mis actos? ¿Si prometo hacer algo lo cumplo?
Podemos citar a las virtudes teologales, como la fe, la esperanza, la caridad. A las virtudes morales como la prudencia, la justicia, templanza. A las virtudes intelectuales, como el arte, la ciencia y la sabidurĂa.
Y un sinfĂn de buenos hábitos, que no son fáciles de adquirir, pero que, vale mucho la pena intentarlo. Estos buenos hábitos o virtudes nos ayudarán y acercarán mucho, a lo que todos deseamos en la vida: ser felices.
Como decĂa SĂ©neca el antiguo estoico, “In virtute posita est vera felicitas” En la virtud se encuentra la verdadera felicidad. Quizá exagerĂł un poco, pero, lo cierto es que la virtud despeja el camino de obstáculos para alcanzar la felicidad total y completa que solo está en Dios.
- El autor es Director del Departamento de FilosofĂa de la UAG.
