Por: BARUCH LOYA
El reciente rescate de una mujer rusa que había sido secuestrada mientras viajaba de Nuevo León a Tamaulipas, en la ciudad de Reynosa, es un recordatorio sobrecogedor de la gravedad de la situación de seguridad en México.
El exitoso operativo llevado a cabo por agentes de la Unidad Especializada de Combate al Secuestro de la FGJT merece ser reconocido como un ejemplo de acción efectiva por parte de las autoridades.
Sin embargo, este suceso también pone de manifiesto una dolorosa disparidad en la atención y respuesta ante casos de personas desaparecidas, especialmente cuando se trata de ciudadanos locales.
Es lamentable observar cómo el gobierno actúa de manera inmediata y contundente en situaciones que involucran a extranjeros o personas de renombre, mientras que los casos locales parecen quedar en un segundo plano, con respuestas lentas e insuficientes.
Si bien es alentador ver cómo se despliegan operativos de rescate de manera rápida y efectiva en situaciones como la de la mujer rusa, resulta decepcionante notar que este mismo nivel de atención inmediata no se brinda a nivel local.
La falta de prontitud y eficiencia en la búsqueda de personas desaparecidas en Tamaulipas, como lo demuestran las alarmantes cifras de 12,706 personas aún sin localizar hasta mayo del 2023, contrasta con la actuación expedita en casos como el mencionado.
Los datos revelan una realidad dolorosa: la magnitud del problema de desapariciones a nivel nacional es abrumadora, superando los 100 mil casos.
En el caso específico de Reynosa, el municipio que lidera en desapariciones, las cifras de 2,413 casos en 2022 y 2,289 en 2023, según la Red Lupa del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD), evidencian una problemática profunda que requiere acciones urgentes y efectivas por parte de las autoridades.
Es imperativo que el gobierno del estado y las instancias pertinentes redoblen sus esfuerzos y recursos para abordar de manera integral la crisis de desapariciones en Tamaulipas y a nivel nacional.
La vida y la integridad de cada persona desaparecida merecen la misma prontitud y dedicación en la búsqueda y rescate, independientemente de su origen o nacionalidad.
Solo a través de un enfoque equitativo y comprometido se podrá avanzar hacia la justicia y la paz que tanto anhelamos como sociedad. Este caso nos recuerda que la lucha contra el secuestro es una tarea de todos. Como sociedad, debemos permanecer unidos en la exigencia de justicia y en el rechazo absoluto a cualquier forma de violencia.
Es necesario que cada uno de nosotros asuma su responsabilidad en la construcción de un entorno seguro y pacífico para todos. El rescate de la mujer rusa en Reynosa es un rayo de esperanza en medio de la adversidad, pero también un llamado de alerta sobre la urgencia de enfrentar la violencia con determinación y solidaridad.
No podemos permitir que la impunidad y el miedo sigan imperando en nuestro país. Es momento de unir fuerzas, levantar la voz y trabajar juntos por un México donde la libertad y la seguridad sean una realidad para todos.
Quizás el rescate de la mujer rusa destapó más que un caso de secuestro, pudo haber destapado la caja de Pandora de nuestra atención selectiva. ¿Será que para ciertas desapariciones necesitamos un GPS incorporado en las conciencias de nuestras autoridades?
La equidad en la respuesta a casos de personas desaparecidas tal vez sea un nuevo reto de navegación para nuestro gobierno. A fin de cuentas, ¿qué importa si el desvío es hacia Rusia o hacia Tamaulipas, si la prioridad debe ser la misma? «Rescatada la rusa, perdidos los locales: Una cruda realidad de dos velocidades».
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