* “El Karma del 68” ‘de pechito’ para Trump…
Por: Edy Pintor.
Tantos años simulando ser “parte del movimiento estudiantil del 68”, tanto mito reciclado, tanta pose de rebeldía moral, que el “karma histórico” por fin les cobró factura de manera natural y orgánica.
Hoy, sin anestesia y sin maquillaje, todo el planeta los ve en el lugar que realmente les corresponde:
Claudia Sheinbaum convertida en la versión tecnócrata de Gustavo Díaz Ordaz, la mandataria que sonríe mientras su aparato político vigila, controla y reprime “en nombre del pueblo”; y el MoNarco López Obrador como el alter ego tropical de Luis Echeverría, el caudillo que inventa épicas, mueve multitudes y bendice el autoritarismo mientras se lava las manos diciendo “yo no soy así”.
Es el karma.
Es la paradoja.
Es la ironía que solo la historia, ese juez silencioso, sabe repartir.
Porque mientras ellos repiten que “lucharon contra el sistema del 68”, la realidad los exhibe como los nuevos gestores del mismo manual que decían detestar:
control de masas, culto al líder, manipulación del relato, pureza moral autoproclamada, enemigos imaginarios, y una burocracia que se dice libertaria mientras opera con las mismas tuercas del viejo régimen.
El karma del 68 no perdona imitadores.
La historia tampoco.
Y ahí, entre la simulación y la nostalgia revolucionaria de cartón, se colocan ellos mismos de pechito ante Donald Trump.
Trump no se impresiona con los discursos de la mañanera ni con la poesía moralina que Claudia repite.
Trump no compra épicas latinoamericanas.
Trump no cree en los “movimientos populares”.
Trump negocia con fuerza.
COBRA.
DOBLEGA.
FACTURA.
Mientras en México se gobierna con símbolos, con relatos de museo, con la eterna promesa heroica de que “ahora sí viene la justicia histórica”.
Trump gobierna con cifras, con intereses, con amenazas que sí se cumplen.
Por eso el karma es perfecto:
Los que decían ser herederos del 68 terminaron encarnando al 68 que decían combatir.
Y los que aseguraban “nunca arrodillarse ante nadie” terminarán arrodillados ante el único mandatario que no se traga sus mitologías: Donald J. Trump.
Porque al final, entre marchas simuladas y narrativas de cartón,
Claudia y el macuspano MoNarco, Andrés Manuel López Obrador, reconstruyeron el sistema que juraron destruir…
…solo para entregárselo de bandeja de oro al Imperio.
Que les sea leve…



