
José Angel Solorio Martínez
El PRI tamaulipeco vive un evidente vacío de poder. Ni el Presidente del Comité Directivo Estatal, Rafael González Benavides, ni el delegado del CEN del tricolor el Diablito de las Fuentes, ni el candidato Baltazar Hinojosa Ochoa, han hecho sentir su mano en la turbulenta coyuntura de la disputa de alcaldías y diputaciones de la entidad.
Existen casi un centenar de licencias para separarse de cargos del Congreso de la Unión, del Congreso del Estado, de los Cabildos -incluyendo alcaldes- y de Secretarías de la administración estatal. Los personajes que pretenden alejarse de sus obligaciones, se infiere, pretenden convertirse en candidatos.
¿Van seguros a las candidaturas?… No.
Y ese, justamente, es el problema. La ansiedad generada ante el cierre de la fecha para pedir la separación de sus tareas públicas -120 días antes de la elección, que se cumple el 5 de febrero- y el nerviosismo por ganar la postulación, convirtió a una horda de aspirantes en una turbamulta alucinada que exhibe con nitidez, ambiciones tan legítimas como grotescas.
Eso es lo de menos.
El evento refleja los muchos hilos sueltos en el tejido institucional. En Reynosa, por ejemplo, pidieron licencia dos síndicas y casi una decena de regidores. A ellos, se suman, dos reynosenses distinguidos que interpusieron permisos ante el Congreso de la Unión -María Camargo Luebbert- y Carlos Solís Gómez -a la Secretaría de Agricultura del gobierno de Tamaulipas-.
¿Van a ser candidatos a diputados los 10 ediles licenciados en Reynosa?..
Imposible. Ese municipio sólo tiene 4 distritos locales.
¿Camargo Luebbert y Solís Gómez, van a ser candidatos a alcalde?..
Muy remoto. Sólo uno podrá ser abanderado del tricolor.
(A esto hay que añadir que el diputado Rigoberto Garza Faz es el favorito del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones).
En el Congreso del Estado, se recibieron más de media docena de permisos para ausentarse de la curul. También: ningún diputado tiene segura su candidatura.
Más: algunos fueron regañados por pedir permiso sin consultar.
La incertidumbre en la red priísta es un incidente menor y pasajero. Lo lamentable en este caso, es el impacto en la gobernabilidad de algunos Ayuntamientos y el entorpecimiento en las políticas públicas.
(Nomás un dato: en el caso de los síndicos con licencia, se tiene que rehacer el papeleo que contempla, entre otras cosas, el reemplazo de firmas en las múltiples cuentas bancarias de los Ayuntamientos. Y luego: a los 15 o 30 días que regresen, de nueva cuenta deshacer lo hecho para regresar al inicio…).
¿Qué generó este desquiciamiento político-administrativo?..
Seguramente muchos factores. El más a la mano: el retraso en la postulación del candidato a la gubernatura. Casi un mes de rezago en la decisión empasteló las tareas que en tiempo hubieran sido de rutina para los burócratas partidistas. Otro: la elección gubernamental se achicó 6 meses y sus precampañas se pensaron -así se percibe- en los marcos de referencia jurídicos-políticos del pasado. El más reciente: el PRI tamaulipeco y su candidato siguen paralizados: ni siquiera han podido articular un Comité de Campaña potente y confiable.
(En el PAN está sucediendo lo mismo. Pero tienen una justificación: ni son el partido en el gobierno, ni tienen que dar explicaciones por las políticas públicas estatales).
El enfado de Enrique Cárdenas del Avellano es un flamazo de lo avinagrado que fue el proceso interno priísta. El desorden en la pelea por los Ayuntamientos puede reeditar mayores escozores.
El Diablito de las Fuentes debe apartarse del agradable camino etílico que le caracteriza. Estos escenarios, pudieron ser previsibles para un cuadro de su peso. Baltazar Hinojosa Ochoa tiene la obligación de retomar el mando y la administración en el proceso de las candidaturas a las alcaldías.
Finalmente, en los candidatos a presidentes municipales está el soporte del caudal de votos que necesita para convertirse en gobernador.
Ganar los Ayuntamientos, no es obligación del que se va.
Ganar las alcaldías, es una tarea del que quiere quedarse…