
*** Activistas marchan y exigen resultados de las autoridades
Por: José Juan TOMAS.
TAMPICO, TAM.- En el Día Internacional de la Desaparición Forzada, las calles del centro histórico de Tampico se llenaron de consignas, pancartas y rostros de dolor. Madres buscadoras del colectivo “Unidas de corazón hasta llegar a ti” y feministas del grupo Mujer Manglar marcharon desde la Laguna del Carpintero hasta la Plaza de Armas, exigiendo lo que para ellas significa lo más elemental: respuestas, verdad y justicia.
A lo largo del trayecto, los gritos se mezclaron con lágrimas y fuerza. “Hijo, escucha, tu madre está en la lucha”, “Súmate, súmate que tu hijo puede ser”, clamaban al aire, buscando despertar la empatía de una sociedad que, poco a poco, ha aprendido a normalizar la tragedia. Cada paso fue también un recordatorio de que la ausencia duele, pero la indiferencia lastima más.
Las madres no sólo reclamaron la falta de avances en las investigaciones de la Fiscalía General de Justicia. Denunciaron que los avances llegan a cuentagotas, mientras ellas tienen que salir a desiertos, montañas, parajes olvidados y, en ocasiones, hasta a cárceles y centros de rehabilitación en busca de sus seres queridos. Elizabeth Mancha Ruiz, coordinadora del colectivo, resumió con voz firme la paradoja que enfrentan: “Hemos localizado personas en penales y clínicas, personas con ficha de búsqueda oficial. Eso nos da esperanza, pero también demuestra que la autoridad no está haciendo su trabajo”.
El dolor de Tamaulipas no es aislado. De acuerdo con cifras oficiales, en México hay más de 123 mil Personas No Localizadas. Cada número es un rostro, una historia, un hijo o hija que falta en la mesa de una familia. Sin embargo, detrás de las estadísticas se esconde una realidad más cruda: expedientes archivados, carpetas que nunca avanzan y una Fiscalía que, según los colectivos, prefiere el silencio antes que la acción.
En la Plaza de Armas, el acto final fue tan simbólico como devastador: un pase de lista con nombres de desaparecidos en el sur de Tamaulipas. Uno a uno, los nombres retumbaron en la explanada. No eran cifras, eran personas. Y con cada nombre, se escuchaba también la denuncia: “La Fiscalía los cataloga como personas no localizadas, pero en realidad no los buscan. Somos nosotros quienes hacemos el trabajo que debería hacer el Estado”.
Lo ocurrido en Tampico refleja un escenario que se repite en todo el país: colectivos que se organizan para suplir la ausencia del Estado. Mujeres que, con picos, palas y fe, se adentran en terrenos hostiles porque saben que de las autoridades sólo recibirán papeles, sellos y promesas vacías.
Más allá de la marcha, lo que estas madres y activistas reclaman es un cambio de fondo: que el gobierno deje de reducir la tragedia a cifras, que entienda que cada desaparecido es una herida abierta y que la indiferencia institucional es, en sí misma, otra forma de violencia.
En cada pancarta y en cada grito hay una advertencia clara: mientras la impunidad sea el sello de la justicia en México, las calles seguirán siendo tomadas por quienes buscan a los suyos. Porque como recordaron estas madres, la búsqueda no termina hasta que los encuentren.
