
*** Indignación generalizada por indolencia del alcalde de Ciudad Madero, al emitir un comunicado que refleja el desprecio al dolor de los familiares de las víctimas
Por: REDACCIÓN.
CIUDAD MADERO, TAM.-,El comunicado emitido por el alcalde de Ciudad Madero, Erasmo González Robledo, tras el trágico ahogamiento de dos bañistas en Playa Miramar, es una muestra alarmante de insensibilidad y una burda estrategia de deslinde de responsabilidades.
En lugar de asumir su deber como autoridad y reconocer las deficiencias en materia de seguridad y protección civil, González Robledo opta por lanzar un discurso aleccionador dirigido a las familias de las víctimas, culpándolas implícitamente de la tragedia.
Es indignante y ofensivo que el alcalde se atreva a utilizar la pérdida humana como plataforma para dar lecciones de responsabilidad familiar, cuando la verdadera responsabilidad recae directamente en su administración.
El mensaje no solo es carente de empatía, sino que refleja un desprecio absoluto hacia el dolor de quienes perdieron a sus seres queridos. Mientras las familias enfrentan el duelo, el alcalde se empeña en repartir culpas sin antes mirar las fallas estructurales que permitieron el incidente.
Durante casi ocho meses al frente del gobierno municipal, Erasmo González ha demostrado ser más eficiente promocionando la imagen de un supuesto extraterrestre que fortaleciendo las capacidades de los cuerpos de rescate y protección civil en Playa Miramar.
Resulta grotesco que mientras el “alíen de Ciudad Madero” se convierte en atractivo turístico, la seguridad de los bañistas queda relegada a la improvisación y al mínimo esfuerzo institucional.
El alcalde se ufana de la “vigilancia permanente” en la playa, pero la cruda realidad es que los cuerpos de rescate siguen trabajando en condiciones precarias: falta de capacitación, equipo insuficiente y operativos mal coordinados.
Pretender que la ciudadanía cargue con toda la culpa bajo el pretexto de la “responsabilidad compartida” es un acto de cobardía política y de incompetencia administrativa.
Lo que González Robledo parece olvidar es que su función no es regañar a los familiares de las víctimas, sino garantizar su seguridad en espacios públicos. De nada sirve hablar de comunidad unida cuando el propio gobierno abandona su deber fundamental de proteger la vida.
La indiferencia demostrada en el comunicado oficial no es solo un error político, sino una bofetada a la dignidad de las familias afectadas.
Si el alcalde realmente tuviera la intención de prevenir futuras tragedias, debería empezar por dotar de recursos a los salvavidas y equipos de protección civil en lugar de alimentar el circo mediático con historias de alienes.
Mientras González Robledo continúa jugando al turismo alienígena, Ciudad Madero sigue enfrentando el peligro cotidiano de una playa insegura y de un gobierno incapaz de reconocer sus fallos.
La administración de Ciudad Madero parece más preocupada por el show mediático que por la vida de sus ciudadanos. Las familias de las víctimas merecen justicia, no discursos moralistas ni descalificaciones veladas.