
*** 9 de cada 10 personas privadas de la libertad tuvieron contacto con actividades delictivas antes de los 6 años (Reinserta, 2023)
*** 7 de cada 10 de las y los adolescentes en conflicto con la ley tuvieron contacto con grupos delictivos en sus comunidades (Reinserta, 2021)
*** En la última década, se identificaron 2,112 muertes de personas menores de edad por homicidio doloso con arma blanca o arma de fuego (Secretaría de Salud)
*** Existe presencia de grupos delictivos en 81% del territorio nacional: (SEDENA)
Por: REDACCIÓN.
CIUDAD DE MÉXICO.- Los recientes hechos ocurridos en Aguascalientes -donde al menos cuatro de los 18 jóvenes detenidos en un campamento vinculado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) estaban reportados como desaparecidos- son un doloroso recordatorio de una realidad que México no puede seguir ignorando. El reclutamiento de niñas, niños y adolescentes por parte del crimen organizado es una forma sistemática de violencia que se ha normalizado y permanece invisibilizada.
Este caso refleja con claridad las omisiones del Estado y la existencia de una deuda estructural aún pendiente con las niñas, niños y adolescentes de México, quienes siguen expuestos a entornos de violencia sin contar con las herramientas jurídicas necesarias, ni los mecanismos de protección adecuados. Sin embargo, esta violencia no ocurre en el vacío: se alimenta también de una normalización social que ha vuelto cotidiano lo inaceptable.
Hemos llegado al punto en que ver adolescentes armados, desaparecidos o involucrados en delitos ya no genera la indignación que debería. La insensibilidad colectiva, producto de años de impunidad y desinformación, termina por reforzar el abandono institucional. No podemos permitir que la vida de nuestras infancias y juventudes quede reducida a cifras en operativos militares o policiales. Recuperar nuestra capacidad de indignación es el primer paso para exigir respuestas y transformar esta realidad.
En Reinserta, llevamos más de 10 años documentando, acompañando y trabajando con cientos de niñas, niños y adolescentes que han sido víctimas de reclutamiento por parte de la delincuencia organizada. Hemos escuchado sus voces, sus historias, sus miedos y los vacíos que los grupos delictivos llegaron a llenar. Sabemos lo que viven las infancias a las que les arrebatan su niñez y las empujan a un entorno de armas, drogas, amenazas y silencio. Las historias que acompañan esta problemática no son solo estadísticas, son vidas interrumpidas.
Uno de esos testimonios es el de Saúl, una adolescente de 14 años que sobrevivió a un entorno marcado por la violencia, abandono y crimen organizado:
“Estuve en un lugar donde lo único importante era el poder y la violencia. Ser sicario no era algo que pensaba que haría, pero así fue. Un día me subieron al monte, me entrenaron y me enseñaron a disparar. Empecé a matar y a cobrar venganzas”.
Frente a esta realidad, desde Reinserta hacemos un llamado urgente a reconocer el problema, visibilizar a sus víctimas y construir rutas claras de solución. Lo que no se nombra no existe, y lo que no se reconoce no se transforma. Por eso, consideramos fundamental nombrar el reclutamiento de niñas, niños y adolescentes por parte del crimen organizado como lo que es: un delito que arrebata la infancia, vulnera derechos y deja profundas secuelas en el tejido social mexicano y, sobre todo, en la vida de quienes son víctimas de ello. Les pedimos a las autoridades avanzar hacia la tipificación del reclutamiento como un delito. Solo así será posible dimensionar su gravedad, generar datos precisos, sancionar a los responsables y caminar hacía la creación de rutas de atención, protección y reparación para las víctimas.
Hoy Reinserta hace todo lo posible por escuchar, proteger, acompañar y visibilizar a estas infancias y adolescencias que el sistema ha olvidado. Pero no basta con la voluntad de una organización, necesitamos que el país despierte y actúe, que la sociedad entienda que esta problemática nos atraviesa a todos.
Queremos que la ley y las autoridades los nombren, que las instituciones los protejan y que se les reconozca como lo que son: víctimas de una guerra que nunca eligieron.
