
*** De 2022 a 2023, el consumo de energía en México aumentó un 3.2%, de acuerdo con CONAHCYT y la CENACE
Por: REDACCIÓN.
CIUDAD DE MÉXICO.- La transformación digital avanza más rápido que la infraestructura que la sostiene. México enfrenta un riesgo creciente debido a que su red eléctrica no está preparada para el aumento acelerado en el consumo de energía impulsado por tecnologías como la inteligencia artificial, los centros de datos y los vehículos eléctricos. Así que, sin una regulación adecuada y una modernización energética urgente, las ciudades y sectores clave podrían enfrentar apagones, sobrecargas y costos energéticos insostenibles, convirtiendo la red eléctrica nacional en un freno para el desarrollo económico del país.
En 2023, el consumo eléctrico en México alcanzó los 5,261.6 PJ (351,584 GWh), un aumento del 3.2 % respecto al año anterior, según cifras del CONAHCYT y el CENACE. Este crecimiento está estrechamente ligado a la digitalización: desde hogares inteligentes hasta industrias completamente automatizadas, la energía es el nuevo combustible del desarrollo.
Además, de acuerdo a datos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) reporta que los 73 centros de datos operativos en el país consumen 492,000 MWh anualmente, y se estima que podrían alcanzar los 5 millones de MWh en los próximos años. La minería digital, especialmente de Bitcoin, ya representa el 35 % del consumo energético nacional. Por su parte, la movilidad eléctrica también está en expansión: en 2023, se consumieron 774 GWh en este sector, y la infraestructura de carga se proyecta multiplicar por ocho en los próximos 15 años.
A pesar del aumento sostenido en la demanda, la red eléctrica mexicana enfrenta severas limitaciones. Hace apenas unas semanas, la presidenta Claudia Sheinbaum y organismos como la CFE y el CENACE emitieron alertas urgentes ante el riesgo de apagones, pidiendo a empresas reducir su consumo en horarios críticos. Casos como el de ArcelorMittal, que anunció la suspensión de operaciones en Lázaro Cárdenas por fallas eléctricas, o los más de 12 apagones registrados en Jalisco solo en mayo, que afectaron a decenas de PYMES, ilustran un problema que ya no es hipotético, sino real y costoso para las industrias y consumidores que los enfrentan.
“El sistema eléctrico mexicano opera al límite, especialmente durante los meses más calurosos. La infraestructura de transmisión no ha sido modernizada y se ha convertido en un cuello de botella. A esto se suma un entorno de incertidumbre regulatoria donde la falta de reglas claras, permisos oportunos y estabilidad jurídica ha frenado la participación del sector privado en generación y distribución de energía. La salida de Iberdrola del mercado mexicano es solo un ejemplo del costo de una política energética que desalienta la inversión”, destacó Mario Benitez, Director de Innovación e Inteligencia para Mercado Electrico Mayorista en Quartux.
Además, agregó: “Para revertir esta situación, es fundamental fortalecer a la recién creada Comisión Nacional de Energía, garantizar transparencia en los procesos administrativos y ofrecer certidumbre legal a todos los actores del mercado. México necesita construir un entorno donde lo público y lo privado trabajen juntos para enfrentar los desafíos de la nueva era digital”.
No basta con apostar por energías limpias como la eólica o la solar. El país debe avanzar hacia soluciones complementarias que permitan una gestión inteligente de la energía. Una de las más prometedoras es el almacenamiento energético mediante sistemas BESS (Battery Energy Storage Systems).
Empresas mexicanas como Quartux, quién está liderando esta transición, integrando baterías industriales con software de inteligencia artificial para ofrecer un suministro energético más eficiente, confiable y flexible. Estas soluciones energéticas permiten arbitraje energético, almacenar electricidad en horas valle y usarla en momentos de alta demanda, optimizar el factor de potencia, evitar penalizaciones y proteger a las empresas frente a apagones, así como disminuir la carga sobre la red eléctrica nacional.
Ante el panorama actual, esta tecnología es crítica para industrias como hospitales, centro de datos, farmacias o cadenas de frío, donde una interrupción puede representar no solo pérdidas económicas, sino riesgos para la salud y la seguridad.
La transformación digital exige una red eléctrica moderna, flexible y sostenible con inmensas inversiones en capital. La inteligencia artificial, la automatización y la digitalización del consumo requieren enormes cantidades de energía. México tiene el potencial para convertirse en un referente regional, pero para lograrlo debe corregir el rumbo y abrirse a la innovación, la inversión y la participación del sector privado. De lo contrario, volverá a quedarse rezagado, no como protagonista de la revolución digital, sino como un simple consumidor de tecnologías desarrolladas en otras latitudes. La transformación energética no puede esperar.
